domingo, 17 de octubre de 2010

Chantaje emocional en el terrorismo psicológico

No solo en el ámbito familiar se produce el chantaje emocional, también en el laboral.

Cuantas veces nuestra pareja nos niega esa parte económica o de bienes, que puede ayudarnos a sentirnos un poco mas seguros, con el único fin de hacernos cónyuge-dependientes e incluso, antes pone sus propiedades a nombres de terceros y nos excluye de un derecho: compartir lo que hemos logrado juntos, con el esfuerzo de ambos, en lo que para la otra parte contrante es un pulso constante -por su propia inseguridad y egolatrismo- contra la persona a la que dice amar y que, en el fondo, es torturada psicológicamente de este modo, en un menosprecio constante.

También tenemos la vertiente vertical: padres e hijos, en los que unos extorsionan a otros, con el único fin de conseguir -con malas artes- y mediante la presión psicológica aquello que pretenden. Igual da que se trate de una moto, que de las amistades o relación de pareja, un nuevo intruso que mina la poca autoestima de uno de los afectados.

El trabajo, ese lugar que nos ocupa gran parte del día y que muchas veces nos llevamos a casa, es el otro ámbito para el terror. Al fin y al cabo, establecemos relaciones socio-afectivas tanto con los propios compañeros como con la jerarquía y cúpula empresarial. De hecho, hasta repetimos patrones y roles tanto dentro como fuera del trabajo.

En lo laboral, encontramos a individuos mediocres, gente competitiva, gente que se relaciona desde cuotas sado-masoquistas, están los que sus relaciones son de dependencia y los hay que son capaces de autodirigir y regular su propio trabajo.

Enmedio de este maremagnum de personal, es donde germina la semilla de la envidia, del egocentrismo, en donde juegan los complejos de superioridad/inferioridad. Aquí, el que ocupa un puesto que le viene grande, el que no admite otro criterio, el que teme que le quites el puesto que anhela, pondrá no solo zancadillas y trampas, arrastrará a otros ignorantes manipulables contra ti y comenzará así el chantaje colectivo.

Te retiran la palabra, te niegan el saludo, te menosprecian..... Luego pasan a decirte que son malos rollos tuyos, que eres insociable, aluden a tu supuesto mal carácter, etcétera etcétera. Y tú sucumbes porque, en el fondo, quieres sentirte querido.

Acabas de caer en las garras del Monstruo de Gila.

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